Hoy ha sido un día muy duro aunque ahora que veo las fotos ya me lo tomo de otra manera…. Ha valido la vena! Os cuento…
A mi padre se le había metido en la cabeza “tocar” un glaciar. Habíamos visto ya dos glaciares pero siempre a cierta distancia, así que ayer, cuando visitamos los de Boyabreen y de Suppehellebreen, pillé a mi padre preguntándole a la guía donde podíamos acercarnos a un glaciar cómodamente sin tener que hacer grandes esfuerzos. Os recuerdo que soy un bebé y mis padres todavía tienen que llevarme a cuestas…
Le dieron indicaciones para visitar el Glaciar de Nigardsbreen! Según le contaron podíamos acceder fácilmente a una de las lenguas del glaciar. Así que mi padre no se lo pensó dos veces y nos convenció a mi madre y a mi en irlo a visitar. Hoy por la mañana cogimos el ferry que va desde Dragsvik a Hella y nos dirigimos a la Ruta 604 hasta llegar al glaciar! Por cierto, por si no lo sabéis, estoy en Noruega! ☺
Para llegar hasta él teníamos dos opciones, coger un barco que te acercaba hasta el glaciar o seguir un sendero de unos 2kms. Mi padre estaba tan excitado que me cogió entre sus brazos y empezamos a caminar! Mi madre venía detrás nuestro, pero como sufre de la espalda (ya se ha hecho mayor), iba un tanto rezagada…
Ufff… el terreno no era sencillo y vi a mi padre sufrir en un par de ocasiones. Aunque parecía fácil, caminar conmigo en brazos ya no es tan sencillo! Estoy hecho un hombretón de unos 10 kilos, y eso ya no es un peso pluma! Parecía que no llegábamos nunca hasta que apareció a lo lejos ese apabullante glaciar! Ufff… la verdad es que yo no sabía ni lo que era, así que mi sorpresa fue mayúscula!
Mi madre llegó en buenas condiciones, aunque algo cansada. Mi padre parecía un pollo mojado! De tanto esfuerzo le caían las gotas por todos sitios! Nos fuimos acercando al glaciar, aunque desde el final del sendero hasta el glaciar nos separaban unas enormes rocas que costaban sortear. Finalmente llegamos a él! Woaaawwwww!!! Madre mía, esto era lo que tenía tanto interés en ver mi padre! Maravilloso! Pero qué frío que hacía ahí! Justo al final de la lengua se había formado una gran cueva de donde nacía un río con muchísima fuerza y de ahí soplaba un aire gélido que me dejó tiritando en 2 minutos! Pero eso no es todo, una vez hechas las fotos, zasca! Empieza a llover como un condenado!
Con todas esas rocas mojadas el descenso era mucho más difícil! Tanto mi madre como mi padre iban bajando con mucha lentitud y cada vez llovía con más fuerza. Entre la gélida brisa del glaciar y la lluvia se me empezaron a entumecer los músculos, estaba cansado y tenía hambre… “bua bua bua” (lloro salvaje).. era normal, tenía que avisar a mis padres de que la situación era crítica…
Los dos empezaron a descender las rocas lo más rápido posible pero entonces….zasca! mi madre se pegó un leñazo de película americana y se quedó tendida en el suelo! A los pocos segundos pudo levantarse y continuar con el trayecto! Mi padre iba muy asustado, pues como las rocas resbalaban de lo lindo, evitaba correr riesgos innecesarios y en alguna ocasión incluso se tiró de culoo cuesta abajo conmigo en sus brazos! Yo iba muy asustado… así que aún lloraba más fuerte…
Finalmente descendimos esas rocas y llegamos al barco que nos podía acercar con mucha rapidez al punto de partida!
Al llegar al coche mi madre me cambió de ropa y entré en calor, pero mi madre estaba inmovilizada, no podía ni caminar de lo dolorida que tenía la espalda. Y creo que mi padre la ha cogido buena, pues no para de estornudar… Claro, para que no me mojora se sacó su impermeable y me cubrió con él!
Resultado: mi primera aventura con cierto riesgo! Pero no me digáis que las fotos no son de cine…
Zulymar Gonzalez
agosto 24, 2011 @ 23:20
Nunca he sentido tanta envidia como hoy, y encima de un pequeñín!!! Espero que estén pasándola en grande!
cati
septiembre 15, 2011 @ 15:16
jejejej muy buena la historia, ya os vale meter al chavalín en un glaciar. Pero seguro que valió la pena, una aventura digna de contarse.